De la farmacia de barrio a la comunitaria, una propuesta para el control de enfermedades
En México, hemos presenciado cómo el concepto de farmacia ha experimentado una transformación significativa. Anteriormente, eran negocios locales de “barrio”, donde podíamos encontrar una amplia variedad de medicamentos y recibir cierta atención médica. Sin embargo, hemos observado la aparición de grandes cadenas farmacéuticas que se han expandido con múltiples sucursales en distintos puntos de una ciudad, o en varias ciudades simultáneamente. En algunos casos, estas cadenas adoptan el modelo de pequeños supermercados y ofrecen una variedad de otros productos.
Pero a pesar de lo que podría considerarse como nuevo concepto, estamos en condiciones de explorar y proponer distintos modelos de atención farmacéutica, específicamente lo que podríamos llamar como farmacias comunitarias, con un área de atención especial dedicada a personas de edad avanzada que presentan diversos problemas de salud y que, en ocasiones, no son atendidas adecuadamente por el sistema oficial.
Esta propuesta nace bajo la consideración de bajos factores, uno de ellos es que en nuestro país el número de personas mayores a 60 años ha ido en aumento, de acuerdo con el INEGI1 (hasta antes de que terminara la pandemia) y, naturalmente, la cantidad de medicamentos, consultas y servicios relacionados con la salud que requiere la población mayor ha aumentado.
De acuerdo con la misma institución, la esperanza de vida en promedio en general a 2022 es de 75.5 años, y se ha observado un aumento en la base poblacional entre el sector de adultos jóvenes (30 a 59 años) y de adultos mayores (60 años y más); en los primeros, la participación relativa pasó de 26% a 38%, mientras que en los segundos aumentó de 6% a 12%. Como complemento, una tendencia que se observa en todo el mundo es que hay una reducción de la fecundidad y un aumento de la esperanza de vida.
Un centro de control
La propuesta entonces es establecer a la farmacia como un centro de control que permitiría ejercer un monitoreo sobre las enfermedades, principalmente de dos tipos: las crónico-degenerativas y las controlables que no son curables. Aquí podemos citar dos ejemplos, aunque hay más: la obesidad y la diabetes, de las cuales la primera podría ser controlable a largo plazo, y la segunda requiere de un cuidado constante para disminuir sus daños y vigilar su avance.
La farmacia entonces se convertiría en un centro de cuidado para la comunidad en donde la población local podría acudir a atenderse de distintas enfermedades, sobre todo si consideramos el par de ejemplos citados, ya que la obesidad realmente es un “disparador” de la diabetes, la cual sabemos que provoca una serie de padecimientos que pueden llegar a afectar incluso un miembro del cuerpo al grado de requerir amputación, o bien, causar ceguera.
Desde luego, debe haber un cambio en el modelo farmacéutico vigente para que se estableciera como un centro comunitario de apoyo, porque uno de los problemas que encontramos en Latinoamérica es el abandono de los tratamientos de las enfermedades crónicas, principalmente en las personas mayores, en un nivel de hasta el 70%. Esto puede deberse al olvido, y por ello los pacientes dejan de tomar sus medicinas; o por problemas económicos, por los que se suspende la compra del medicamento; o por desabasto de la medicina en el centro oficial de salud.
El médico, siempre presente
El modelo propuesto de farmacia comunitaria podría contribuir a disminuir tales problemas, ya que agregaría un pequeño centro para medir y controlar al paciente, ver su estado físico, sus niveles de glucosa, presión y otras variables que se pueden revisar con cierto equipo no sofisticado y siempre con la vigilancia de un médico en el lugar.
En efecto, ya hay modelos parecidos al propuesto. Existen las farmacias con un médico en un consultorio adyacente, aunque no es un formato ideal o tan completo como el propuesto, pero atiende y soluciona varios problemas. Más bien, la idea sería evolucionar ese modelo y aprovechar el conocimiento de los médicos y la experiencia que han adquirido al tratar a varios pacientes.
Se trata de impulsar un esquema en el que las farmacias se configuren no solo como un centro de venta y de atención, sino también de control, en donde esté siempre la figura del médico, con equipo suficiente para que se considere al establecimiento como un centro “neurálgico” de la colonia y que, además, serviría para disminuir un poco la carga de trabajo de los centros de salud oficiales, que muchas veces no tienen los recursos ni los médicos suficientes.
Lo ideal sería que este modelo de farmacia incluso pudiera ser apoyado por las instancias gubernamentales, ambas partes saldrían ganando. De esta manera, el ecosistema que conforman las farmacias en el país se complementaría. Las cadenas farmacéuticas ya tienen su posición y la gente sabe lo que puede encontrar con ellas, pero la idea sería tener una mayor proximidad, un trato más personalizado para que el paciente sepa que va a recibir un trato más cercano y cariñoso.
Y para conocer más detalles de cómo se podría generar este nuevo modelo vale la pena considerar la asistencia a Expo Fac, que será un encuentro entre profesionales de la industria farmacéutica que seguramente podrán enriquecer la propuesta. La cita será en la Expo Guadalajara del 17 al 19 de octubre en lo que será la primera edición de este evento.
* El autor es director de Premios Aspid y director en Farma Industria Marketing healthcare. Cuenta con amplia experiencia en el sector editorial y como consultor en diversos temas, como el de la medicina.