Ni hablar; en nuestro país seguimos escuchando sobre ataques armados, sean agresiones grupales, o individuales, en asaltos, en donde el atacante sorprende a la víctima. De hecho, siete de cada diez homicidios que se registraron en México en el año 2021 se cometieron con arma de fuego, una proporción mayor a los seis de cada diez que se reportaron en el 20141.
Ante tal panorama, vale la pena considerar por lo menos la idea de buscar algún tipo de elemento que nos ayude a protegernos y nos brinde certeza de que podríamos resultar con daños menores ante un ataque armado, que nunca podemos saber cuándo puede suceder. En este caso, estamos hablando de un chaleco antibalas, que existen en distintos modelos, calidades y diseños.
Solo como referencia de su valía, un estudio realizado en EEUU2 informó que los policías tienen 14 veces más riesgo de morir por una herida si no usan armadura balística; el chaleco antibalas protege a los agentes de agresiones con armas de fuego (90 %), o ataques con cuchillo u otro objeto punzante (7 %).
En nuestro país hay chalecos balísticos de los tipos “soft armor” (blando) y “hard armor” (duro). Los primeros protegen contra armas cortas, y se clasifican en niveles IIA, II y IIIA. El IIA resiste el disparo de una pistola 9 mm, y los de nivel IIIA soportan balas de una .44 Magnum, que es potente pero corta, pero también armas como las de calibre .22, .38, 9mm, o tipos Uzi, Mini Uzi MP5.
El tipo de chaleco “soft” lo usan funcionarios, policías, empresarios, y pueden ser internos (debajo de la ropa), o bien, externos; usualmente los visten los guardias o el personal que transporta valores, y lo muestran como elemento disuasivo. También, incluso, hay playeras tipo ejecutivo que usan los ejecutivos, debajo del traje, y ofrecen la misma protección.
El siguiente nivel de protección lo ofrecen los chalecos que protegen contra balas de armas largas, son exteriores e integran una placa balística nivel III o nivel IV y protegen contra armas largas. Los usan las fuerzas del orden e integran un blindaje pesado, no se dobla; están hechos de materiales basados en cerámica balística, compuesta por carburo de silicio y carburo de boro
El chaleco que se produce en México es de tal calidad que se exporta hacia Estados Unidos y a algunos países de Latinoamérica y Europa, a precios competitivos. Los rangos de precios de los chalecos “soft” van desde 600 a mil dólares, ideales para ejecutivos, periodistas, etc., en tanto que los chalecos “hard” su precio empieza desde los 700 dólares; son prendas de uso más rudo.
En todos los casos, el mercado nacional ofrece chalecos certificados de todos los niveles, pero es recomendable es que el usuario se asesore para que evalúe su nivel de riesgo y adquiera el que más le conviene. Puede informarse a través del Consejo Nacional de la Industria de la Balística, porque la compra de un chaleco requiere información veraz y neutral.